martes, 20 de marzo de 2018

El avaro, un poema de Concha Zardoya


La figura del avaro es recurrente en la literatura universal: del teatro chino al grecolatino pasando por la Biblia, hasta Dante y Molière. El avaro es atemporal, la avaricia permanece, sobrevive saludable y miserable. El avaro es mezquino, indigno, maligno, a la vez humano e inhumano. El avaro fomenta un tipo de sociedad detestable, una sociedad regida por las motivaciones de siempre: dinero y poder. La vigencia del avaro como motivo humano, vital, social y poético es igual de potente hoy que hace miles de años. Así, este poema de Concha Zardoya resulta clásico y fresco a la vez, además de contundente y apasionado.
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Concha Zardoya nació en Valparaíso, Chile, en 1914, de padres españoles. Formó parte de lo que vino a denominarse “Poesía Social” en la España de posguerra. Murió en Majadahonda, Madrid, en 2004.

Esta gran poeta, ensayista, traductora (la primera en traducir al español la obra de Whitman), guionista, escritora de relatos, con una importante y larga trayectoria académica (enseñó en diversas universidades norteamericanas: Tulane, California, Yale, Indiana, Columbia y Massachussets) es una de las grandes olvidadas en los libros de texto. Su obra está mayoritariamente descatalogada, así que resulta difícil descubrirla, exceptuando alguna antología u obra relacionada con estudios de género como “Mujer que soy: La voz femenina en la poesía social y testimonial de los años cincuenta” de Angelina Gatell, Bartleby Editores, 2007, altamente recomendable.


Ciudadanos del Reino”, poemario al que pertenece “El Avaro”, fue publicada en Madrid, en 1996, por Endymion, pero la obra de Concha Zardoya es sorprendentemente extensa (sorprendente por lo desconocida). 



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